Un mes después de los atentados que traumatizaron la sociedad francesa, estuvimos con Gomez y señoras en la plaza de la República convertida en un santuario a cielo abierto de recogimiento por las víctimas del fanatismo abyecto. Cuatro compatriotas murieron y entre las casi 140 víctimas, diecinueve nacionalidades formaban parte de esta masacre sin nombre.

Quilapayun e Inti-Illimani estuvieron cantando en el Bataclan en el 2011, se nos encogió el corazón al pasar delante de esta sala de conciertos populares convertida en lugar de peregrinación cuya vereda sigue vestida de flores y llamas encendidas por los ausentes.

En este viernes 11 de diciembre, vísperas del invierno europeo el aire de la noche parisina estaba cálido y las terrazas de cafeterías, restoranes y brasseries alrededor de la Place de la République atestadas de jóvenes sentados, conversando, comiendo, bebiendo y riendo, en una palabra, viviendo.

Qué más bello homenaje que el de la vida, indestructible vida.